venerdì 25 settembre 2009

"Etica de la interpretación. Pensar y actuar en el post nihilismo": Conferenza in Argentina (2)



"Hoy, la ética es rechazar una autoridad suprema, la objetividad, una verdad"
El italiano dice que enseña con una actitud erótica y que "dar clase es como una orgía".
Por: Héctor Pavón

Gianni Vattimo seduce a estudiantes y lectores. El filósofo habla con un grupo de universitarios en el lobby del hotel que está abandonando y se lo ve feliz. Enamorado. De eso se trata. "Dar clase es como... una orgía", define sin mover las cejas color ceniza. "Doy clases con una actitud erótica, con los varones especialmente, pero eso no quita que también lo sienta con las alumnas. Y ese erotismo puede surgir en una clase con ancianos... siempre que enseño estoy a la búsqueda de una relación sentimental, del amor". Vattimo, diputado comunista del parlamento europeo, estuvo en Buenos Aires invitado por el Ministerio de Cultura porteño para dar una charla sobre ética. Antes de partir habló con Clarín.

¿Cuánto de erótico puede haber en el diálogo político, en la discusión parlamentaria?
Lo mejor de la política es la campaña electoral, porque hablas con la gente y todo eso tiene algo de erótico. No quiero exagerar porque también se ha dicho que la relación de las masas con Mussolini era algo erótico y Berlusconi pretende hacer lo mismo. Sobre el erotismo de Berlusconi... (no puede contener la risa) se publicó mucho: sobre el cuerpo mismo del líder.

¿Cuánto importa debatir los placeres sexuales de Berlusconi?
A mí no me interesa saber cuántas putas recibe Berlusconi cada noche. Lo que ha tenido relevancia son sus mentiras. Las mentiras que dijo para ocultar, por ejemplo, que fue al cumpleaños de 18 de esa chica. Miente y entonces el problema deviene político, en un problema de la República.

¿La ética debe tomar en cuenta las transformaciones de la política?
Para Aristóteles la política es la cumbre de la ética, la construcción de la comunidad social. Hoy el problema de la ética es liberarse de la ley natural y terminar con la idea de que hay límites, como por ejemplo en la bioética. Hay principios "naturales" que se tratan de aplicar y obviamente aparecen los príncipes que los conocen mejor que uno, un comité central, el Papa, los filósofos de Platón, etc.

¿Se puede construir una ética, una política que renuncie totalmente a esta idea de autoridad básica?
Creo que sí. Pero choca con la Iglesia... La política ética religiosa de la Iglesia ha sido esta: 'nosotros tenemos los principios, ustedes tienen que obedecer'. Esto lo sufro mucho como italiano con la bioética. En muchos países de Europa hay leyes respecto al derecho a morir; en Italia no porque la Iglesia pretende que se aplique la sacralidad de la vida. Pero la vida no es solamente la biología. Entonces se enfrentan: biografía vs. biología. Para mí la ética hoy significa rechazo a la pretensión de autoridad suprema de algunos principios, de la tradición de la objetividad, de una verdad a la que hay someterse. Y esto tiene que ser como la democracia en el sentido de aplicar leyes compartidas, obviamente es un camino largo.

¿Qué implica la triple identidad cristiana comunista homosexual?
Es la mejor mezcla posible: no sería comunista si no fuera cristiano. Cómo homosexual no tengo más problemas en esta sociedad. Nadie me objeta nada. El cristianismo me ha educado en el sentido de una sociedad caritativa, solidaria y esto se realiza políticamente sólo en el marco de una sociedad sin clases, de igualdad. Obviamente el comunismo no tiene mucho que ver con el comunismo de Stalin. Pero empiezo a no estar seguro de que Stalin fuera sólo un loco. Nos ayudó contra el nazismo. No fueron los Estados Unidos los que liberaron Europa sino los muertos de Stalingrado, la armada roja. Passolini también era comunista, cristiano y gay. Pero lo vivía dramáticamente. Lo echaron del PC por ser homosexual. Y de este modo yo puedo comprender el dramatismo en su obra.



“Es irrazonable votar por Berlusconi”

La pequeña multitud que abarrotó el Salón Dorado se llevó un profundo repaso de las convicciones del filósofo italiano, que supo meterse en temas tan áridos como las interpretaciones de la ley o de candente actualidad como Il Cavaliere.
Por Silvina Friera

En el Salón Dorado de la Casa de la Cultura hay gente de a pie y de pie, estudiantes de filosofía y un grupo de devotos vattimianos que leen los libros del filósofo italiano porque los “ayuda a ser mejores” y a ponerse en la ontología de presente, como dice su discípula española, la filósofa Teresa de Oñate. Gianni Vattimo, el hombre en cuestión, el centro de todas las miradas, el que sacude las orejas de la audiencia y mueve las manos, como si espantara un fantasma, cuando menciona a Berlusconi, comienza su charla sobre “Etica de la interpretación. Pensar y actuar en el post nihilismo”. Prefiere arrancar con una anécdota. Cuando fue un joven dirigente de la Acción Católica italiana y tenía un lenguaje técnico, acaso un tanto alambicado, lo enviaron a dar una ponencia en una parroquia de un campo remoto, donde había jóvenes campesinos. Al final el cura dijo: “Ahora voy a explicarles lo que el joven quiso decir”. La broma va dirigida a su discípula Oñate, quien hizo una chispeante presentación de la columna vertebral del pensamiento filosófico de Vattimo.
“Cuando tú hablas una lengua artificial que has inventado, tienes que respetar las reglas de esta lengua, incluso si inventas un lenguaje muy privado; hay una fuerza normativa de la lengua que se impone. Siempre el lenguaje es una toma de responsabilidad frente a otros”, planteó el autor de La sociedad transparente. “Todo se funda sobre la idea de que no puede haber en tu lenguaje una contradicción performativa; si no respetas algunas estructuras, no puedes ni siquiera pensar.” Al repasar la labor filosófica de los últimos veinte años, desde la publicación de Etica de la interpretación, Vattimo confesó que siempre desconfió de la metafísica, de la idea de que el ser es algo dado por su estructura. “Siempre tememos a la violencia: un martillazo sobre mi dedo es violencia, pero si voy al dentista y me explica cómo pasa y por qué tiene que acontecer, esto no es violencia. Es decir que la violencia es el hecho de no respetar tu libertad”, explicó. “Pascal dijo que la ley humana es contradictoria y absurda porque si de este lado del río matas a alguien, eres un asesino; si lo matas del otro lado, eres un héroe.”
La idea de fundar una ética sobre estructuras metafísicas es lo que inspiraba a Vattimo dos décadas atrás. Y la polémica en contra del neokantismo habermasiano. “No era tan estúpido sospechar de Habermas, y estoy de acuerdo políticamente en casi todo con Habermas, pero el hecho de que recientemente empezara a hablar del derecho fundado en una ley de la naturaleza humana, discutiendo el problema de la bioética y la manipulación, me confirma cierta sospecha frente a los residuos metafísicos que subsisten en nuestras éticas colectivas.” Dando sutiles rodeos sobre el espinoso asunto de la ética y la interpretación, Vattimo afirmó que una ética de los principios es siempre una ética autoritaria que supone una autoridad absoluta de la razón. “Cuando le dan la mayoría a Berlusconi, mis conciudadanos italianos son locos; es irrazonable votar por Berlusconi. Soy un demócrata y tengo un poco de resistencia, pero tengo que aceptar lo que pasa en las elecciones”, ironizó el filósofo, indigestado con Il Cavaliere que gobierna en su país.
La claridad es una de las máximas virtudes de Vattimo cuando ofrece una conferencia. “Una ética metafísica es una que pretende fundarse sobre estructuras dadas, frente a las cuales se trata de aceptar, actuar, observar y respetar una ley. Mirando un hecho nunca se tiene una ley. La ley dice lo que tiene que hacer, no lo que es. Cuando la ley se identifica demasiado con lo que es, es una ley autoritaria”, subrayó. La cita de Walter Benjamin y su Tesis de filosofía de la historia (el filósofo alemán decía que los que creían en una racionalidad de la historia eran los vencedores) le permitió esgrimir las razones por las cuales los heideggerianos hermenéuticos como Vattimo están en contra de la metafísica. “La ética no puede ser fundada por hechos acertados por una razón calculadora porque entonces la libertad no se da. Si el deber es respetar lo que es, prácticamente lo que es, es. Obviamente, mi amigo aristotélico me diría que hay un ser potencial, actual... bueno, puede ser, pero lo que puede ser no es”, bromea el filósofo.
Si siempre hay una fundación de tipo autoritario esencialista que implica que “el otro sabe mejor que yo lo que tengo que ser”, frente a esto, la interpretación propone la tesis de Nietzsche según la cual no hay hechos, sólo interpretaciones. “Siguiendo una expresión de Nietzsche, ‘la escuela de la sospecha’, nosotros sospechamos de lo que nos dice alguien”, aclaró. “¿Quién dice cómo están las cosas? La idea de la escuela de la sospecha ha sido preparada por Freud, por Marx, por Nietzsche mismo. Hemos aprendido que mirar al dado no es simplemente una mirada totalmente incondicional. El mundo se conoce a partir de un interés y siempre el conocimiento es interpretación. Cuando hablamos de algo, siempre hablamos de una realidad interpretada por alguien.”
“Cuando escucho la palabra universalismo, pongo a mano mi pistola”, dijo, en serio. “La ética de la interpretación no puede fundarse sobre principios universales. La historia de la verdad en los últimos siglos es la historia de la intersubjetividad, del consentimiento. El conocimiento científico deviene en verdad cuando es repetido. La intersubjetividad tiene vigencia incluso en la ciencia. La estructura epistémica racional es mejor porque se puede transmitir mejor.” Para Vattimo, en nuestro siglo la verdad se transformó en caridad. “La verdad supone el consenso; decimos que tenemos la verdad cuando hemos realizado un consenso. La ética de la interpretación deviene en un esfuerzo por obtener consenso sobre el comportamiento, actitudes y valores de los otros, que implica no sólo decir que hemos encontrado el valor absoluto, sino que obligamos a los otros a creer en ellos”, señaló, y citó un ejemplo desde el filo de la ironía: “Siempre hemos votado por Berlusconi, por qué tenemos que cambiar”.
“La ética consiste en convertir un sistema de valores y expectativas con los otros no sólo aquí, sino con los que escribieron libros en el siglo XIX, con los otros de otras culturas”, precisó. “La ética es una práctica de escucha del otro; como decía Levinas, el otro es digno de respeto porque su cara está vuelta a Dios. Se trata de respetar al otro porque refleja la cara de Dios. La caridad no se demuestra, se practica como respuesta a una gracia.” Vattimo planteó que si no hay principios metafísicos en el mundo, no hay otro principio que la llamada de los otros. “Se trata de abrir tu casa a todos, evitando que la destruyan totalmente. Es una actitud delicada y difícil de tomar. El principio de la hospitalidad, de la amistad, implica una actitud amistosa, incluso de diálogo con el otro. Lo más difícil de aceptar es que haya alguien que yo quiero mucho y que no me quiere. Tengo que aceptar mi propia finitud en el sentido más profundo. Yo no soy el caballero Berlusconi. El dice que nunca pagó a una mujer para hacer el amor porque lo máximo es ser seductor, que alguien me quiera por lo que yo soy. Nosotros tenemos que aceptar incluso estos límites”, observó.
Vattimo prometió que debía concluir la conferencia porque practica la caridad hacia sus numerosos escuchas. “La ética de la amistad podría parecer una ética demasiado conformista. Hago lo que los otros esperan de mí, lo que los otros me piden. Siempre hay resistencias; no es tan fácil hacer lo que mi tradición, mi sociedad, mis amigos, me piden. Para elaborar una ética no metafísica hay que empezar con los excluidos, para realizar una sociedad en la que no haya más dominación ni sumisión. Este es el problema básico que tenemos.”

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