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mercoledì 16 marzo 2011

Gheddafi, noi e l'America Latina

Ecco un recente post sul blog che tengo per Il Fatto Quotidiano.

Gheddafi, noi e l'America Latina

Non è certo dall’Italia di Berlusconi che può venire una lezione sul modo politicamente corretto di comportarsi nei confronti di Gheddafi. Abbiamo anche di recente ricevuto il dittatore libico con onori che sono apparsi fin da allora imbarazzanti, anche in un paese abituato alle follie di Berlusconi (il quale si è spinto fino a baciargli l’anello). Mentre persino dopo i sanguinosi massacri dei primi giorni della rivolta, il governo nasconde sempre meno la propria nostalgia per i vantaggi offerti da Gheddafi: petrolio, repressione spietata delle migrazioni clandestine, affari di ogni genere per le ditte italiane.

Ma allora come si spiegano i rapporti privilegiati che Gheddafi sembra intrattenere con i governi “di sinistra” dell’America Latina? La domanda che viene subito in mente a tal proposito è: di dove vengono le armi con cui Gheddafi e i suoi mercenari sterminano oggi gli oppositori del regime nelle piazze delle città libiche? Non sono certo armi venezuelane. Vengono da Inghilterra, Francia, Italia, che le hanno fornite in abbondanza negli anni recenti. Normali rapporti di affari, come ci dicono i governi europei che sembrano scoprire solo oggi il carattere dittatoriale del regime libico. Rapporti che gli Stati Uniti hanno, spesso tacitamente, approvato: una recente intervista di Cesare Romiti, ex amministratore delegato della Fiat, conferma che la Cia era stata consultata in occasione dell’ingresso di capitale libico nella proprietà dell’azienda torinese.

Dovremmo dunque vergognarci, noi che continuiamo a guardare con simpatia e speranza ai governi di sinistra dell’America Latina, per quella che sembra una “amicizia” tra Chavez e Gheddafi? Un po’ paradossalmente ma non troppo, potremmo rispondere che, se una tale amicizia esiste, è ispirata da motivi molto più “nobili” di quelli che hanno motivato fin qui la tolleranza verso Gheddafi dei governi filoamericani come quello italiano. Nel senso che ciò che hanno avuto e ancora hanno in comune Gheddafi e Chavez è l’antiamericanismo, cioè una posizione anzitutto politica e ideologica che appare molto più difendibile delle ragioni di affari che muovono personaggi come Berlusconi. Ragioni di affari che non hanno niente a che fare con il bene dei rispettivi popoli, ma solo con l’arricchimento delle varie oligarchie economiche. Se dunque ci sono eccessi di tolleranza di Chavez, o anche di Cristina Kirchner, verso Gheddafi, essi sono errori ampiamente comprensibili nel quadro della lotta globale tra imperialismo americano e forze anticapitalistiche che lo contrastano.

È un discorso che vale anche nei confronti di governi come quello iraniano: davvero possiamo condannare Lula perché riconosce le buone ragioni di Amadinejad? Possiamo certo deprecare molti comportamenti del regime di Tehran (pena di morte, persecuzione degli omosessuali e di altre minoranze, scarsa o nulla libertà per le voci dell’opposizione, condizione delle donne), ma non per questo dimenticare che siamo di fronte al problema di una scelta di campo tra due blocchi. Con l’aggiunta che proprio dal campo in cui hanno a lungo imperversato (con la tolleranza degli Usa) dittatori come Gheddafi, Mubarak, Ben Ali, vengono oggi segnali di rivolta che non devono essere utilizzati per scopi di restaurazione: per esempio giocando la “amicizia” di Chavez per Gheddafi come strumento per screditare gli sforzi autenticamente progressisti che il governo venezuelano sta facendo per realizzare una società più vicina agli ideali del socialismo. Così, se per fermare le stragi di Gheddafi dovessimo oggi augurarci un intervento degli Usa in Nord Africa, davvero tradiremmo il sacrificio dei tanti giovani libici, e tunisini ed egiziani, che hanno dato la vita per la loro nuova speranza di libertà.

Gianni Vattimo

lunedì 19 luglio 2010

“Sus líderes están del lado de los pobres”

Entrevista: Gianni Vattimo, el filósofo que hace política, analiza a Latinoamérica
“Sus líderes están del lado de los pobres”
El Argentino.com

08-07-2010 / Es uno de los pensadores más lúcidos de los últimos tiempos. Comunista, católico y homosexual, ahora también se define como chavista. Qué son las “democracias de alta energía”.
Por Tali Goldman

Es impresentable.” Así lo definen –picardía mediante– quienes intentan desacreditar a uno de los principales filósofos contemporáneos, que está muy lejos del estereotipo de su profesión. Es comunista, aunque católico y homosexual militante. Anarquista, aunque partidario activo y miembro del Parlamento Eurolatinoamericano. Fiel a la Iglesia, aunque de pensamiento posmoderno y revolucionario, Gianni Vattimo es una marca registrada. “Soy un filósofo italiano que hace un poco de política en el Parlamento”, disparó el simpático pensador, en un español con fuerte acento “tano”.Vattimo es uno de los pensadores europeos más lúcidos de los últimos tiempos. Nacido en Turín en 1936, se desarrolló académicamente como filósofo influenciado por los pensamientos de Heidegger y Nietzsche, y disertó con sus coetáneos Rorty y Habbermas, entre otros. Profesor en algunas de las universidades más prestigiosas del mundo, dio sus primeros pasos en política como miembro del Partido Radical, más tarde en la coalición Alianza por Turín, y en 1999 fue electo diputado por el Partido Demócrata de Izquierda en el Parlamento de Estrasburgo. En 2004, rompió con ese partido y desde entonces es un miembro del Parlamento Europeo por el Partido de los Comunistas Italianos.
Su bibliografía abarca numerosos conceptos relevantes que fueron muchas veces el centro del debate académico: posmodernismo, religión y naturaleza, ecología, pensamiento débil y democracia. Sin embargo, en su último libro, Ecce Comu, el filósofo repiensa la categoría de “comunismo” del siglo XXI, haciendo foco, sobre todo, en las sociedades latinoamericanas. El fenómeno del socialismo en los diferentes países de la región, sobre todo en Venezuela, Bolivia y Ecuador, es analizado positivamente por Vattimo. Cuando en abril pasado fue invitado por la Universidad de Quito, afirmó: “En el mundo se necesita un cambio revolucionario que tendrá que protagonizar Latinoamérica, porque Europa aún tiene las cadenas del pasado”.
De visita en la Argentina, invitado por la Fundación Universitaria del Río de la Plata (FURP) para su 40º aniversario, disertó en el marco del seminario internacional “La Argentina y el mundo” con el jurista y político brasileño Roberto Mangabeira Unger. Con la consigna “Crisis internacional: oportunidades y aprendizajes”, los intelectuales diseñaron sus lineamientos políticos, sociales y económicos mirando el pasado, replanteándose el presente y pensando en el futuro. De todo eso, también habló con Veintitrés.
–¿Por qué en Italia siguen eligiendo personajes de derecha como Berlusconi?
Berlusconi no está en el poder porque la gente lo ame. Aquellos que lo votaron lo hicieron porque él representa todo lo peor de los italianos: no paga los impuestos, es machista, está con la mujer que quiere (risas), y al parecer eso les atrae. Es electo sólo porque no hay mejores alternativas y la izquierda directamente no va a votar.
–¿Por qué?
El problema de la izquierda en Italia es que no puede gobernar. Olvidó su izquierdismo.
–¿Por qué cree que Europa debería mirar a Latinoamérica para salir de la crisis?
Pienso que Latinoamérica es el futuro de la nueva Europa. Tenemos valores y lenguas comunes y la tradición del derecho romano. Europa se está chocando con los límites de la modernidad y de la democracia formal. Esto me hace pensar que, como decía Churchill, “la democracia es un sistema horrible”. Es por eso que Europa necesita modelos diferentes para repensarse de manera independiente de Estados Unidos y de las empresas multinacionales. La democracia formal europea implica que los representantes que terminan siendo electos son los que tienen más dinero para pagar medios o para hacerse propaganda.
–Es decir que los líderes principales de la región están desarrollando un gran cambio de paradigma a nivel mundial.
Yo soy, irremediablemente, chavista. Lo que ha hecho Chávez en Venezuela es enorme, en especial todas las misiones de barrio adentro (N. de la R.: un programa social venezolano con ayuda del gobierno de Cuba que ofrece diversos servicios de salud y educación en las zonas más pobres del país). Lo que pasa es que, a los ojos del mundo euro-occidental, en Latinoamérica estamos frente a democracias endebles ya que no se rigen bajo los parámetros de la “democracia formal de tipo europeo”, entonces, indefectiblemente, la llaman dictadura. Pero Chávez se defendió de un golpe de Estado, ha hecho numerosos referendos y respeta las elecciones.
–Usted plantea que los países de América latina son democracias de “alta energía”. ¿Por qué?
–Como decía antes, creo que en Venezuela, por ejemplo, las misiones de barrio adentro son un claro ejemplo de una democracia de alta energía. Porque son sistemas que no están hechos para burócratas, sino para miembros del propio partido, es decir de los voluntarios que participan del trabajo social. Se trata de personas que voluntariamente ayudan en la salud, en la instrucción, etc. El mundo se está dividiendo en dos bloques: los pobres y los ricos. Y me parece que estos líderes latinoamericanos están del lado de los pobres, por eso constituyen democracias de “alta energía”.
–Otra de las chicanas utilizadas por el establishment es que en algunos países de la región no hay libertad de prensa.
–Exacto, se dice que en Venezuela no hay libertad de prensa. Sin embargo, en Caracas todos los periódicos están contra Chávez, porque son propiedad de los burgueses opositores. En Europa estamos intentando modificar una posición común sobre Fidel Castro. Porque la concepción popular es que Castro no es democrático porque las elecciones se hacen sobre listas que se determinan en grupos, en el barrio, etc. Esto es absolutamente legítimo y democrático.
–En la Argentina se está por implementar la Ley de Medios Audiovisuales, que es muy criticada por la oposición. ¿Qué opina de ese debate?
–Me enteré de este tema cuando (Gabriel) Mariotto me vino a visitar a Italia. La pregunta es qué significa la libertad de prensa para los grandes monopolios que concentran los grandes poderes. Yo estoy a favor de esta ley y sobre todo de una televisión estatal. En Italia la televisión está dominada por los partidos políticos y por los magnates ricos.
–¿Cómo evalúa la gestión de Cristina Fernández de Kirchner?
–Me interesa mucho lo que está haciendo acá en la Argentina. He descubierto, la última vez que vine, que ella formalmente es una peronista. Incluso el peronismo, siguiendo con el hilo anterior, pone en tela de juicio si lo que discutimos tiene que ser en base a los criterios de las democracias occidentales anglosajonas o podemos discutir en otras claves, como las de América latina. El peronismo pone sobre la mesa la redistribución de la riqueza, el sentido por las clases pobres.
–Usted escribió varios libros sobre el tema de los recursos naturales y el poder. Actualmente en la Argentina es un tema central la explotación de petróleo en las Islas Malvinas. ¿Piensa que este conflicto con Gran Bretaña puede empezar a resolverse por una disputa ambiental?
–Hay un derecho de los pueblos a sus propios recursos. Creo que estos pueblos se tienen que reivindicar porque efectivamente son colonias. Yo ahora prefiero reconocer el derecho argentino porque los recursos naturales, en muchas partes de Latinoamérica, presentan problemas: el gas en Bolivia, el petróleo en Venezuela. En el momento de decidir, se involucran mucho las fuerzas y las opiniones políticas: ¿la Argentina tiene ahora influencia para imponerse ante Gran Bretaña, vale la pena una guerra?
–El Senado argentino se apresta a votar la ley de matrimonio homosexual. ¿Le genera cierta contradicción a usted, que es católico y militante por los derechos igualitarios?
–En la tradición religiosa hay numerosas historias homosexuales, como por ejemplo la del rey David y su amigo Jonathan. La religión no tiene nada contra la homosexualidad. Me parece que es muy importante que se esté llevando a cabo este debate. En Italia no estamos ni cerca de darlo n y

martedì 29 settembre 2009

“El peor populismo que conozco es el de Berlusconi”

“El peor populismo que conozco es el de Berlusconi”
Vattimo está enrolado en la izquierda radical italiana y sostiene que en Europa los comunistas tienen que permanecer en la oposición y negarse a llegar al gobierno “de cualquier manera”. Tiene esperanzas en los procesos latinoamericanos como el de Chávez, Evo y Lula y ve a los Kirchner “más cerca de Chávez que de Uribe”.
Por Mercedes López San Miguel (Página/12)

–¿Cómo se aplica su concepto de “pensamiento débil” en esta sociedad globalizada?
–Un pensamiento débil intenta ser el de un comunismo posmoderno, menos dogmático y menos científico. El comunismo de hecho es débil, pero puede salvarse aceptando cierta falta de vigor. Por ejemplo, renunciando a ser gobierno a cualquier precio. La izquierda italiana devino en un partido de gobierno que se corrompió.

–¿Cree factible que un partido político renuncie a ser gobierno?
–Me refiero al caso de Italia. En este momento no hay un verdadero partido de oposición y a eso debieran aspirar las fuerzas más progresistas. Cuando deviene en gobierno, pierde sus características de izquierda. Es como cuando se llega a papa, se vuelve reaccionario. Sé que es paradójico. No se trata de decir que nunca debe ser gobierno, sino que hay que ir por las luchas sociales en lugar de buscar ministerios.

–En Italia la izquierda radical desapareció y el Partido Democrático (PD) no parece representar los postulados de la izquierda. ¿Puede haber una alternativa real a la derecha gobernante?
–Espero que sí. Fui elegido como parlamentario europeo para la formación Italia de los Valores (IDV), liderada por Antonio di Pietro, un ex magistrado demonizado por los moderados por “demasiado polémico”. Su partido es el único formalmente existente. La izquierda radical no existe más, porque se dividió en muchos partidos, rivales entre ellos, por pequeñas burocracias. Yo dije: “Hasta que no vea las razones de esta división no me postulo por ninguno. Ellos no iban a lograr el piso para obtener al menos un diputado en el Europarlamento” y no me equivoqué. Inicié la campaña entonces con el movimiento de Di Pietro porque quería asegurarme que aunque sea hubiera un legislador comunista. Los comunistas no existen en el parlamento de Italia como tampoco en el europeo. Existen solamente estos partidos democráticos que pretenden ser la izquierda y que hacen todo menos una política de izquierda: hacen una política de capitalismo razonable. No existe más un proyecto de transformación, prevalece solamente la idea de moderar la violencia del capitalismo salvaje. Esto provoca un daño también desde el punto de vista electoral para el Partido Democrático, porque la gente de izquierda no lo vota más, está desencantada; y vota a estos partidos pequeños. Obviamente que en Italia la izquierda nunca fue mayoría, pero hubo períodos en los cuales era más fuerte. Después de que el PD perdió su identidad, los de la Refundación Comunista lo abandonaron y se juntaron con otros aliados menores en coalición La izquierda Arcoiris, pero no ganaron las elecciones. Un poco porque no tienen dinero y otro tanto por la gran propaganda que se paga la derecha. No hay un engaño en esto. Presenciamos la popularidad de un capitalismo tranquilizador en el que sobresalen los berlusconianos y los demócratas. Los berlusconianos son la derecha despreciable y los otros no existen como unidad: no existen como programa político. Es una situación desesperante.

–Entonces ¿cómo puede renacer la izquierda?
–Sólo a través de una crisis más profunda en el sistema económico. El problema se presenta así: vamos a restaurar el capitalismo banquero como hacen los Estados Unidos o vamos a tomar un poco más seriamente esta crisis y transformar las estructuras sociales. La tendencia de los demócratas ex izquierda es la de restaurar el capitalismo porque creen que es el único que sistema que produce riqueza. Yo no lo creo. Se agrandó la brecha entre ricos y pobres, y sin embargo, hablan de “progreso económico”. Tuvimos que financiar con nuestros ahorros el salvataje a los banqueros. A ese salvataje se lo hace pasar como una manera de salir de la crisis financiera.
–¿Se degradó la política con la vuelta de Silvio Berlusconi?
–Absolutamente. Berlusconi es el jefe de un partido favorable a todo lo peor: el rechazo a los inmigrantes clandestinos con muertes en el mar de Sicilia; la reducción de la seguridad social; el gasto en una guerra inútil como es la de Afganistán. Tenemos un presupuesto de defensa bastante alto que podría ser utilizado para subvencionar escuelas y universidades. Pero esto no se hace porque estamos en este horizonte llamado la OTAN y porque el problema del presupuesto italiano es que no existe una lucha contra los evasores de los impuestos. Una cantidad de presencia de mafia en el sistema político italiano es favorecida por Berlusconi. Il Cavaliere siempre fue amigo de los mafiosos. No sé si él personalmente lo es, sería muy extraño que no lo sea, porque efectivamente muchos gastos inútiles del país pasan a través de los impuestos secretos que se pagan a la mafia. El instituto de la seguridad social es ahora un instituto activo económicamente, no se puede decir que las jubilaciones y la seguridad social cuesten demasiado; pero la salud cuesta demasiado porque se encuentran muchísimos porcentajes pagados a la mafia. Un señor llamado Gianpaolo Tarantini le enviaba prostitutas a Berlusconi y traficaba drogas. Esto es simbólico: un señor que provee a los placeres del primer ministro es uno que trafica con el dinero de la sanidad pública. Cuando pienso en esto tengo un poco de vergüenza de ser italiano. Siempre me digo que tendría que tomar la ciudadanía española... El otro tema es el de la concentración mediática. Berlusconi domina casi todos los medios de comunicación. El diario La Repubblica es opositor y resiste los embates. Yo no me identifico con ese periódico, lo conozco bien, comprendo que es una lucha entre dos poderes económicos, pero entre ambos me quedo con La Repubblica.
–¿Qué opina de las intenciones de Berlusconi de modificar la Constitución?
–Quiere más poder. El se presenta como un hombre “del hacer”. La Constitución de la Repúlica Italiana entró en vigencia en 1948, es reciente y tiene sistemas de garantías que hacen que el trabajo parlamentario sea un poco lento. Berlusconi, como es un empresario, básicamente imagina poder modificarla de una manera más presidencial. Es decir, menos poder al Parlamento y más al presidente, que es él.

–¿Este objetivo se trabó a raíz de los escándalos sexuales?
–No lo sé. Las historias escandalizan a la Iglesia, pero Berlusconi tiene una moneda de cambio con esta institución: el testamento biológico. La Iglesia pone por encima el valor absoluto de la vida, no importa si la persona está casi muerta o sin esperanza de recuperarse. ¿Por qué no le permite morir? Porque se basa en la represión sexual, lo que yo llamo la “espermolatría”, un argumento basado en la reproducción. Es una manera de hacer sufrir más a la gente. “Los últimos días de vida van a ser los peores porque te prohíbo morir”, así piensa la alta jerarquía católica. Para los berlusconianos, la hidratación y la alimentación no pueden interrumpirse porque no son terapias –se pueden rechazar las terapias según dice la Constitución–. El caso de Eluana Englaro, la mujer que estuvo en estado vegetativo durante 17 años, causó una fuerte polémica en el país porque Berlusconi quería impedir que se la desconecte de la máquina en base a ese argumento de que “si yo lo alimento y le doy agua no hago terapia”. Eluana murió en febrero pasado en medio del debate sobre la ley. Berlusconi está intentando chantajear a la Iglesia con la idea de que les garantiza ese “respeto a la vida” del paciente terminal y a cambio le perdonan su putanismo.
–¿Usted es católico, no?
–Yo soy cristiano. Me gustaría ir a la iglesia todos los días, pero tengo tanto rechazo a su jerarquía por los motivos que le menciono... Yo soy profesor honorario de algunas universidades católicas en América latina, pero en Italia no puedo poner el pie en una universidad católica. El problema del Estado vaticano es terrible, es un impedimento al progreso civil. Italia no tiene una ley de unión civil entre homosexuales; no existen leyes de bioética. Tenemos una ley de aborto contra la que lucha la Iglesia. Esta institución dice que la píldora del día después no se puede tomar porque reduce la “dignidad de la sexualidad”. Esto significa que el aborto tiene que ser algo “doloroso, difícil, traumático” para que así se sancione la conducta.

–La intolerancia con el inmigrante no es exclusivo de Italia. ¿A qué se lo atribuye? No es el hombre posmoderno que usted imaginó, uno más tolerante...
–La intolerancia no es de tipo ideológico. Es un problema de diferencia de clase, no de costumbres. En Europa, los países pobres de Africa y de Europa oriental presionan al intentar entrar; esa presión crea trabajo clandestino. La clandestinidad crea sacos de delincuencia. A la vez, genera un clima que algunos partidos políticos explotan políticamente como lo hace la Liga Norte. Esta formación está en el gobierno y obliga a implementar políticas racistas. El problema tiene aspectos psicológicos de masa que son explotados por la derecha, pero que tal vez no sean tan graves objetivamente. Italia necesita de la inmigración, entonces tendría que regularizar más a los indocumentados. Regularizarlos significaría la reducción de la explotación que hacen las empresas con ese trabajador clandestino. Es una cadena insana. Hay un problema de Europa también: el miedo al trabajo de Europa del Este, ese plomero polaco al que los franceses tenían miedo porque era una amenaza. Las desigualdades se podrían combatir con leyes internacionales que no se aprueban. En las diferencias de costo del trabajo entre Europa oriental y occidental ganan muchísimo los capitalistas que desplazan las industrias de Italia a Rumania. El capitalismo utiliza esas diferencias para aumentar los beneficios. Y sufren los pobres de Bulgaria, Rumania, etcétera.
–Esto que piensa para Italia, de que la izquierda no sea gobierno, no lo imagina para América latina. Usted dijo que los jóvenes socialismos de la región son el futuro.
–Chávez, Morales, Correa, Lula, espero que lo sean.

–¿Qué opina de los conflictos que se dan en América latina entre una izquierda o centroizquierda y una derecha revestida de un discurso republicano y con fuerte apoyo de los medios?
–Veo países latinoamericanos que están a la izquierda como Venezuela, Cuba, Bolivia, incluso Brasil, un poco Argentina. Pero la Argentina siempre ha sido considerada como parte del movimiento de democratización social en Latinoamérica después de los Kirchner. Estando acá me doy cuenta de que son peronistas, que están más del lado de Lula que de Uribe. Colombia está más a la derecha, por su condición de fuerte dependencia con Estados Unidos. Los otros países son una posible alternativa al orden capitalista; una forma de socialismo en pro de la igualdad. No se puede ignorar la popularidad de Chávez. La prensa está en su contra. Me golpea el hecho de cuando voy a Venezuela no tengo un diario para leer, son todos opositores. Hay una mezcla de poder económico y de medios de tipo burgués o de clase media que no puede querer a Chávez, porque siente amenazados sus privilegios. Esa imagen cambia si uno va a los pueblos, en todos los barrios donde están comprometidos maestros cubanos, médicos... es extraordinario.

–¿Usted tiene una lectura negativa del concepto populismo?
–Desconfío mucho del concepto. Se utiliza en contra de Chávez. A mí me parece que es como un exorcismo decir “es populista”, sobre todo, porque ¿implica un exceso de confianza en la democracia formal? Chávez siempre ha respetado la democracia formal, hubo 10 elecciones y ha perdido una por muy pocos votos. Hace tres años, antes de que Fidel Castro se enfermara conversé con él. Bueno, fue una conversación de tres horas y media, él habló tres y yo media (se ríe). Lo escuché con una admiración enorme. Castro me decía que él había aconsejado a Evo Morales que no eliminara las elecciones, que respetara las formas de la democracia. El peor populismo que conozco ahora es el de Berlusconi en Italia, que hace elecciones pero que tiene una actitud paternalista, es dueño de los medios, de las publicidades, más populismo que eso no hay, en su sentido negativo. Si Chávez es populista, entonces ¡que viva el populismo!

–Sigue siendo chavista.
–Sí, claro.

–¿Que opina de una medida redistributiva como la que intentó el gobierno argentino de cobrar retenciones a la soja pero que no prosperó ante una fuerte oposición?
–El problema de la transformación socialista de las sociedades se da porque tal vez las fuerzas reaccionarias resisten. Tal vez no tiene éxito porque los que quieren la reforma no la encuentran bastante reformista. Hay que tener en cuenta estos dos factores. De todas formas, me gustaría estudiar más el tema.

–¿Le genera alguna expectativa el presidente Barack Obama?
–Sí. Prefería a Obama antes que a McCain. Un afroamericano que llega a presidente es de por sí una novedad y un paso adelante. Ahora, ¿es una novedad transformadora o no? El dice que quiere retirar las tropas de Irak, pero pide más soldados para Afganistán. Es decir, que el sistema industrial-militar de los Estados Unidos no se siente muy amenazado por el nuevo líder. Por otro lado, la reforma de la salud me parece muy importante. Pero existen dificultades para que sea aprobada, incluso entre los demócratas. Voy a esperar un poco. No sé, escucho lo que dice Chomsky y él no cree mucho en el carácter transformador de Obama.
mercelopez@pagina12.com.ar