Coincidiendo con la conmemoración de los 10 años desde la muerte de
H.-G. Gadamer se celebró en la Universidad de Barcelona un coloquio,
dirigido por Manuel Cruz, entre Emilio Lledó y Gianni Vattimo sobre la
figura filosófica del autor de Verdad y método.
La editorial Herder, en su página de facebook, ofrece el enlace a un video de este acto de homenaje a Gadamer.
Lledó y Vattimo evocan la figura de Gadamer a los 10 años de su muerte
Manuel Cruz enfatiza la influencia del pensador alemán en el pensamiento contemporáneo
Cataluña en EL PAÍS, Francesc Arroyo Barcelona 11 MAR 2012 - 21:31 CET
Emilio Lledó (Sevilla, 1927) y Gianni Vattimo (Turín, 1936) tienen
mucho en común. Para empezar, ambos han dedicado su vida a la filosofía.
Ambos han escrito libros y artículos, han seguido exitosas carreras
universitarias y tienen otra cosa en común: estudiaron con Georg Gadamer
(Marburgo, 1900-Heidelberg, 2002). Esta semana se cumplirán 10 años de
la muerte del pensador alemán y dos de sus discípulos más famosos
recordaron cómo era, cómo lo conocieron, como les influyó. Es, desde
luego, uno noticia, pero seguramente es más noticia (por lo insólito)
que el aula inicialmente prevista se quedara pequeña para la multitud
que asistió al coloquio el pasado jueves en la Facultad de Filosofía de
la Universidad de Barcelona. Hubo que habilitar el Aula Magna y aun esta
se quedó pequeña.
Empezó Lledó, que volvía a hablar a los estudiantes en la que,
durante 11 años, fuera su universidad, antes de abandonarla para viajar a
Madrid, en 1978. Recordó aquellos años, el patio de la facultad de
letras, donde, dijo, “latía la vida”, y lo hizo desde una convicción,
que enlazaba con su relación con Gadamer: “Somos memoria y amistad”.
Lledó llegó a Heidelberg en 1953 y Vattimo más de una decena de años más
tarde. Los dos tenían un alemán rudimentario, pero ansias de aprender.
“Yo conocía a Lledó por las bibliografías”, dijo Vattimo. Cuando
preparaba un estudio de licenciatura sobre Aristóteles, entre los textos
que leer había uno del estudioso español sobre la Grecia clásica.
El interés por la filología griega unía a Gadamer y a Lledó y fue
también el punto de conexión entre el joven estudiante español y Martin
Heidegger, que había sido profesor de Gadamer y que acudió algunas veces
a su casa a participar en un “círculo aristotélico” en el que se leían
obras del estagirita. Vattimo, en cambio, estaba más interesado en
Heidegger, directamente, pero su relación con Gadamer fue también
fructífera. Para empezar, acometió la primera traducción de su principal
obra, Verdad y método, luego las cosas siguieron y ambos
mantuvieron una larga amistad. “Gadamer es para mí un modelo de vida y
de muerte”, dijo, aseguró Vattimo, que recordó la vitalidad de su
maestro y su capacidad para gozar incluso en el momento en que se
celebró su centenario.
También Lledó evocó al “gozoso” Gadamer y largas conversaciones con
él, algunas hasta la madrugada, en Nápoles, en torno a unas copas de
grapa, cuando el alemán tenía ya más de 90 años. Y, sobre todo, cómo le
enseñó a percibir el “latido filosófico en las palabras”, para pedir a
los estudiantes, a continuación, que rechacen las propuestas de una
universidad que forma para trabajar y ganar dinero y defiendan una
academia que estimule el entusiasmo por las ideas y el proceso de
aprendizaje.
El presentador del acto, Manuel Cruz, enfatizó la influencia de
Gadamer en el pensamiento contemporáneo y su capacidad para estimular a
sus discípulos para seguir un camino propio.
Georg Gadamer (1900-2002), discípulo de Heidegger, filósofo y maestro de
una pléyade de pensadores contemporáneos, murió el 13 de marzo de 2002,
a los 102 años de edad. Dos de sus discípulos, el español Emilio Lledó,
y el italiano Gianni Vattimo, revisaron su obra en un diálogo moderado
por el catedrático de la Universidad de Barcelona Manuel Cruz. Éste los
invitó a hablar y ellos lo hicieron. Lo que sigue es un amplio extracto
de la charla, muy centrada, en apariencia, en aspectos de la relación
privada pero que trasciende ampliamente el ámbito de lo personal.
Link: EL PAÍS blog cultura
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