Ampliar la humanidad. El filosófo Vattimo y la crisis
Universidad de Deusto, por Andrés Ortiz-Osés
- Lunes, 14 de Noviembre de 2011 - Actualizado a las 01:50h
Fonte: noticiasdegipuzkoa.com
Gianni Vattimo es el pensador más
interesante de la actualidad. Fundador de la posmodernidad filosófica y
maestro del "pensamiento débil", es profesor de la Universidad de Turín y
parlamentario europeo en Estrasburgo. Heredero de Heidegger y
Nietzsche, concibe su "pensamiento débil" como un pensamiento
debilitador de todo poder violento. Por lo tanto, el pensamiento débil
es el pensamiento de los débiles y en favor de los débiles, los
desposeídos y emergentes, así como los "indignados" europeos, árabes o
(latino)americanos. En este contexto, caracteriza al famoso filósofo
italiano una simpatía humana que sin duda promana de su empatía
personal, social y cultural. Se nota que aprecia a la gente, y por eso
también es apreciado por la gente.
En su visita a la Universidad de Deusto en San Sebastián, con
motivo del 125 aniversario de su fundación, nuestro filósofo impartió
una conferencia sobre su filosofía, en la que realizó una crítica de la
realidad establecida oficialmente, en nombre de un pensamiento que, con
W. Benjamín, se reclama de las víctimas del sistema capitalista y su
violentación económico-social. Se trataría de sobrepasar esa violencia
instituida aunque sin añadir aún más violencia institucional, buscando
lo que podríamos llamar nuevas clases de lucha cultural, política y
social. Creo que la revolución aún pendiente sería de signo
anarcoidal/anarcordial, aunque no anárquica ni anarquista. Y ello con el
obvio fin de desmontar la verdad oficial impuesta de arriba abajo, en
nombre de un movimiento de abajo arriba o transversal, basado no ya en
la razón pura o puritana, especulativa, sino en la razón humana
encarnada o humanada, práctica y ética.
Para G. Vattimo, filósofo de origen católico e inspiración
marxiana, la verdad instituida debe deconstruirse por la caridad
instituyente, es decir, por el acuerdo y la solidaridad, articulando
inmanentemente las diferencias en un acuerdo o acorde siquiera plural,
así pues en un interlenguaje presidido por Hermes, el dios hermenéutico
de la mediación de los contrarios (diría yo). El caso es que nos rigen
leyes económicas trascendentes e impersonales, inhumanas, propias de un
capitalismo que hace capital abstracción de nuestra convivencia y
coexistencia. De ahí que nuestro filósofo propugne la solución
disolutora de un mundo dominado por el mecanismo despiadado del mercado
presidido por Mercurio como deidad absoluta. Se trataría de humanizar
este mundo dominado por la inhumanidad, así como de ampliar o amplificar
lo humano: una lucha por ampliar la humanidad no solo a la mujer y al
homosexual, al negro y al inmigrante, al pobre y desposeído, sino
también a favor de la dignidad de la vida y de la muerte (con el tema
candente y concomitante de una eutanasia socrática e incluso cristiana).
En este contexto, la presencia de G. Vattimo representa una
voz que denuncia nuestro atraso mental y nuestra cerrazón cultural,
propugnando una apertura radical. A este respecto, no se puede definir
al hombre narcisistamente como homo sapiens u hombre sapiente, sino como
homo insipiens u hombre insipiente/insapiente. Pues el hombre es un
homo incipiens o incipiente, un hombre que apenas sabe de algunas cosas
pero que cree saberlo casi todo suprahumanamente, proyectando visiones
abstractas o abstraccionistas. Esta revisión autocrítica nos haría más
conscientes de la negatividad que nos rodea, tratando de asumirla
críticamente, o sea, tratando de remediarla humanamente entre todos.
Pues todo hombre está necesitado de todo otro hombre para serlo.
Ya se sabe, hay personas que viven intensamente, y hay
personas que viven intensamente. Gianni Vattimo es una persona que ha
vivido intensamente en lo personal y social, en lo cultural y político,
aunque a veces se hace el intonso o tonto.
A pesar de sus 75 años cumplidos, su agenda internacional
sigue en activo. Es un tipo majo, de una elegancia pop o popular, que no
rehuye hablar de nada en un tono afectivo e irónico. He verificado que
no se interesa mucho por la naturaleza ni por los monumentos, sino por
el hombre y su humanidad.
Por eso encontramos finalmente la verdad en Donosti en torno a
un vino blanco (francés), una verdad encarnada y no encarnizada,
compartida y departida al anochecer. O la caridad como fundamento no
fundamentalista de una realidad no impositiva o impuesta.
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