por Andrés Ortiz-Osés (filósofo español)
Es
mérito de Gianni Vattimo haber criticado al capitalismo contemporáneo mucho
antes de su crisis actual, cuando aparecía como arrogante y casi invencible. Pero
en su último libro, escrito con su discípulo Santiago Zabala, el filósofo
italiano afila sus argumentos críticos no sólo contra el capitalismo sino
también contra la democracia liberal, a la que nuestros autores denominan
irónicamente la “democracia emplazada”: emplazada como una empalizada o
“fuerte” frente a sus adversarios débiles o debilitados tachados de
comunistoides o anarcoides. Pues bien, nuestros autores recogen el reto y se
declaran sin complejos como comunistoides y anarcoides, representantes de un
comunismo siquiera débil por cuanto pasado por la hermenéutica relativizadora.
Evo Morales, Lula y Hugo Chavez |
El
libro que comentamos de Vattimo y Zabala se titula precisamente Comunismo
hermenéutico (Herder, Barcelona 2012), y en él se defiende frente a la
democracia capitalista un comunismo débil. Hablar de comunismo hoy resulta
obviamente provocativo de lo establecido, pero también convocativo de la
izquierda dispersa, evitando el término conservador de comunitarismo, así como
el más atrabiliario de comunalismo. Sin duda los autores agitan el fantasma del
comunismo como un espectro o daimon, capaz de poner en solfa al neoliberalismo
imperante. Un tal espectro tiene hoy el aspecto del socialismo latinoamericano
propio de Lula, Chávez, Morales y demás socios del nuevo comunismo democrático
en Sudamérica.
Los
autores del libro centran su crítica filosófico-política contra el realismo
raciopositivista y su idea de una verdad objetiva y absoluta que se impone como
democracia formal desde el centro del imperio (norteamericano) a pesar de
Obama, y que estaría en la base de la ideología oficial de nuestro tiempo. Dicha
idea de verdad objetiva y absoluta es dogmática e impositiva, estatuida
oficialmente de arriba abajo, de un modo platónico u olímpico, imperial e
imperiosamente. Frente a este dogmatismo de la verdad, que se verifica en la
autoafirmación belicosa de la democracia liberal (capitalista), nuestros
filósofos abogan de nuevo por una hermenéutica abierta y plural, relativizadora
de todo absolutismo y fundamentalismo, de todo centralismo o hegemonía. El
pensamiento débil de Vattimo debilita semejante dogmatismo, reclamándose de un
Hermes como dios heterodoxo y anarcoide que inspiraría las obras liberadoras o
emancipadoras de Lutero y Freud, Popper y Kuhn, Nietzsche y Heidegger,
Wittgenstein y Benjamin, Derrida y Rorty.
La
crítica central del libro que comentamos se dirige contra el pensamiento único,
objetivista y esencialista de tipo naturalista, en nombre de un culturalismo
humanista, historicista y relativista. Nuestros autores exhiben un cierto aire
romántico y utópico frente al realismo realista o regio reinante, proyectando
la libertad de interpretación crítica de signo contracultural. Tanto Vattimo
como Zabala reniegan de la verdad clásica porque en el fondo la verdad es la
muerte (mortífera), una verdad insoportable en-sí, y solo soportable a través
de la cultura humana o humanizadora como sublimación vital de la verdad mortal.
Echo de menos al respecto en el libro la evocación de la figura clave de
Schopenhauer, el filósofo genial que corrosiona el optimismo de nuestra
civilización occidental positiva y positivista, en nombre de una hermenéutica
radical de carácter pesimista, negativista y nihilista. Un nihilismo respecto a
la realidad dada o natural que solo se supera o supura a través de la cultura,
sea estética (contemplación), ética (compasión) o religiosa (místico-ascética).
Gianni Vattimo y Santiago Zabala |
La
alternativa de Vattimo y Zabala a la democracia liberal reinante presenta un
cariz específicamente político aunque de fondo cultural, criticando la verdad
mortífera del capitalismo digamos que abstractivo (porque abstrae del mal
ajeno). Pero la compresencia de Schopenhauer hubiera significado aquí una
radicalización hermenéutica por su interpretación pesimista del mundo, el cual
no obtendría una fácil alternativa política, sino a raíz de una revisión de la
vida presuntuosamente optimista que asuma el pesimismo de la muerte y la
mortalidad real y simbólica (la pobreza). Y es que solo un Dios pesimista, como
es el schopenahueriano sea cristiano o budista, puede salvarnos del optimismo
de los optimistas, los cuales son por definición los que se pueden permitir
serlo en medio de la miseria colectiva.
El pesimismo schopenhaueriano respecto a una posible salvación o liberación del
hombre en este mundo, conduce directamente a un principio de desheroificación y
compasión radical, frente a todo heroísmo fatuo u optimismo sea ilustrado o
desilustrado. La voluntad vital que en Schopenhauer es la esencia del ser no
logra su afirmación sino asumiendo paradójicamente su fracaso simbolizado en la
muerte y el mal, de modo que el sentido de la vida se yergue aquí sobre el
sinsentido de la muerte. Esto nos lleva a una actitud existencial caracterizada
por la “compasión” tanto propia como ajena, tanto del pobre hombre en general
como del hombre pobre en particular. La hermenéutica de la existencia se basa
así en la compasión del hombre por el hombre abocado a la muerte, lo que
trasforma la voluntad de vida en asunción crítica de esa muerte, reconvirtiendo
la voluntad de vida en muerte de esa voluntad heroica y expansiva, optimista o
insensata, asumiendo el “decrecimiento”, la finitud y la contingencia para su
remediación simbólica o cultural, humana o humanizadora.
Precisamente
la música simboliza esa armonización de la vida y la muerte, de la voluntad
expansiva y su impansión mortal, de la verdad mortal o mortífera y del sentido
vital o existencial. La música es voluntad sublimada, expansión impansiva, vida
trasfigurada, ruido armonizado y consonancia de disonancias o contrastes. La
hermenéutica musical ofrece una coimplicación de contrarios en un contínuum
sonoro rítmicamente discontinuo. La auténtica democracia consistiría en una
política musical basada en la concordancia disordante o discordia concordante,
un lenguaje que articula lo desarticulado de un modo no racional-abstracto sino
relacional-concreto. O la música como relacionismo hermenéutico situado entre
el absolutismo de la verdad (muerte) y el relativismo de la vida, a modo de
sentido simbólico que media y remedia los opuestos en un relaciocinio abierto (
y no en un raciocinio cerrado u obturado).
Andrés Ortiz-Osés y Gianni Vattimo |
He aquí
que el comunismo nos liberó del fascismo, y la democracia nos liberó del
comunismo. Una auténtica democracia (radical) debería ser el hermanamiento de
la igualdad (comunista) y de la libertad (liberal) en un interlenguaje, capaz
de articular lo desarticulado y destartalado de un modo horizontal y no
vertical, de abajo arriba y no de arriba abajo, coimplicativa y no
desimplicativamente, compasiva y no evasivamente.
Andrés Ortiz-Osés
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1 commento:
Quello che segue è una traduzione automatica di Google: ho letto il libro e mi è piaciuto. Ma perché dalla interpretazione anarchica (ad esempio Schürmann) al comunismo? E 'una parola troppo usurata. Perché non usare l'anarchia meglio? An-Archia nel post-metafisico senso, naturalmente. Inoltre, ha commentato che l'edizione spagnola contiene errori ortografici numerosi e alcuni sintattiche. Infine, penso che si invecchia, e sta diventando troppo metafisica, inoltre, non credi?. Saluti dalla Spagna
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