Seguidores del pensador italiano lo analizan en un libro, que elogia la idea de renovación filosófica pero desconfía de su visión sobre Sudamérica.
Por: Martín W. Prieto
(Revistaenie, Clarin)
En La gaya ciencia, Nietzsche proclamó que Dios había muerto. Así atacaba una forma de entender la presencia del hombre en este mundo, dogmática y organizada. Al final del aforismo fúnebre, viendo al hombre solo con su devenir, Nietzsche se preguntaba: "¿Quién limpiará esta sangre de nosotros? ¿Qué agua nos limpiará?" Casi medio siglo después, otro alemán, Martin Heidegger, fue más lejos y desafió más de 2000 años de metafísica acusándola de la confusión fundamental entre el ser y el ente.
La metafísica no es más que el olvido del ser, aquello mismo que hace que los entes sean.
Las sentencias lúgubres y resonantes de la muerte de Dios y el olvido del ser inauguran una nueva era en la historia del pensamiento filosófico occidental. La crisis de la metafisica y su afán de valores absolutos abrió un espacio nuevo que quiso ocupar el posmodernismo, corriente que rechaza la idea de una verdad objetiva y ve su posibilidad sólo en la situación y la intersubjetividad. De estas fuentes surge el pensiero debole, el pensamiento débil que pregona Gianni Vattimo.
La filosofía de Vattimo puede entenderse como la preocupación de reconstruir el quehacer filosófico luego de la devastación de Nietzsche y Heidegger. Asumiendo la nada, Vattimo propondrá entonces un nihilismo activo y optimista, en sintonía con el vaciamiento de ideologías, el ascenso de las democracias, el poder de los medios de comunicación, y otros signos de nuestro tiempo.
Ontología del declinar, diálogos con la hermenéutica nihilista de Gianni Vattimo (Biblos) es una compilación de ensayos de veintitrés filósofos de Latinoamérica, España e Italia, bajo la coordinación de Carlos Gutiérrez (UC de Madrid), Daniel Leiro (UBA) y Víctor Rivera (UNMSM de Lima).
El libro busca abrir el pensamiento de Vattimo, ya uno de los fundamentales del siglo XX, al análisis y la discusión desde diferentes perspectivas. Un abundante texto de Leiro presenta estos ensayos, que cubren las áreas del pensamiento amplio del filósofo: nihilismo, hermenéutica, emancipación, tecnología, religión, política, etcétera. También se exploran sus influencias en autores como los mencionados Heidegger y Nietzsche y sus diálogos con otros como Derrida, Rorty y Wittgenstein.
En este libro se aclara que el pensamiento débil no aboga, como puede parecer, por una actividad cerebral deficitaria, sino por una actitud constructiva y enérgica de depuración de la violencia que ejercen los dogmatismos, así como por una búsqueda de bases para sociedades con más Justicia y pluralidad. Una de las mayores preocupaciones de Vattimo es la de evitar que la era de las comunicaciones se concentre en formar sociedades tecnócratas y apáticas.
De otro modo, el desarrollo de las comunicaciones puede significar una nueva relación positiva del hombre con el ser y con la verdad, en la medida en que abre nuevos espacios para la intersubjetividad.
Los tiempos cambian, y los filósofos, como hijos de su tiempo, también deben adaptarse. Vattimo ya no admite el perfil del filósofo como un rey platónico, encerrado en su torre mental; ahora será uno más entre los hombres, participando de la discusión. En un ensayo de este libro, anuncia a los nuevos filósofos como "sacerdotes sin jerarquía, unos artistas de la calle": una figura que tiene menos que ver con la eternidad de las esencias que con los accidentes de la historia y la política.
La erradicación de la violencia del pensamiento promueve filosofías más transparentes, donde la verdad se acomoda al consenso de una mayoría y no a las visiones de un paladín. Así, como hombres libres y bajo el amparo hermenéutico podremos volver a pensar en una ontología (la ciencia de los entes), condición de posibilidad de la acción política. Sin adherir a la brusquedad y la arrogancia moral de las revoluciones, Vattimo apuesta a un progresivo cambio de mentalidad dentro del capitalismo, la mejor (o la única) forma de sanearlo y transformarlo. En una visita reciente a la Argentina dijo que "si hay una esperanza de futuro para Europa es Latinoamérica". Ponderó lo que llama "las democracias socialistas" de Chávez, Morales y Lula, percibiendo en ellas el resplandor de la apagada llama del socialismo europeo. Algunos autores en este libro ven con escepticismo la interpretación optimista de Vattimo sobre la dirección de tales democracias, así como la eficacia transformadora del pensamiento débil. Al mismo tiempo admiran su trabajo con la hermenéutica, su redefinición del compromiso político y su preocupación por la periferia filosófica, gestiones importantes para cualquier proyecto emancipatorio.
Por último, resultará algo paradójico el llamado de Vattimo de volver a las viejas éticas del cristianismo y el comunismo. Aunque, claro, siempre a una versión suavizada, sometida al filtro antimetafísico del debolismo. En su búsqueda de herramientas para la praxis, quizá Vattimo haya entrevisto que el camino más corto hacia la liberación, y aun el más difícil, está en los corazones. Por eso plantea un comunismo fraternal y un cristianismo ateo, caritativo. Profesando a Agustín, para Vattimo el amor está en el centro de todo y será una guía justa para la acción. Como dijo el santo: "Ama y haz lo que quieras".
http://www.revistaenie.clarin.com/notas/2010/04/22/_-02185178.htm
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