La apertura de la primera edición del Festival estuvo a cargo de Gianni Vattimo que dio una conferencia sobre “Interpretación, diálogo, dominio”. Aquí el texto completo de un encuentro único.
(Eterna Cadencia, Librerìa & Editorial)
Empiezo pidiendo disculpas por mi español, pero a mí me gusta mucho mi castellano y espero que sea un gusto compartido por el público. El título de esta conversación -por la cual agradezco a todos los que me invitaron e hicieron posible este encuentro- se construyó y modificó a lo largo del tiempo que separa, que divide la aceptación de la invitación hasta el día de hoy. Es decir, no vivo en el planeta Marte, pero vivo en Italia.
Yo intentaré seguir este texto que no lo he escrito en español, que casi no puedo leer. Voy a anunciar los siete puntos en los cuales se articula este texto, que tiene muchísimo que ver con la circulación, como ustedes van a ver al final, en la conclusión. Se empieza con una toma de distancia de la retórica del diálogo, que ha devenido en algo más o menos intolerable en los últimos tiempos. En la política italiana, por ejemplo, los opuestos se acusan recíprocamente de no querer el diálogo: “Tú no quieres el diálogo” “Sí, yo quiero el diálogo, tú no quieres el diálogo”, etcétera. Pero nunca nombran a la cosa misma; es decir, ¿de qué tendrían que hablar si dialogaran? Esto lo digo paradójicamente en relación a la política italiana, pero creo que es un problema mundial y voy a explicar por qué. No puedo enunciar todos los puntos, sino no voy a hacer mi conferencia.
Primer punto: ¿Por qué el diálogo ha devenido en una retórica más o menos intolerable? Ha devenido porque nos hemos devenido más sensibles al componente de dominio que está siempre presente en el diálogo, si lo tomamos en su sentido platónico. Ustedes saben que Platón era un gran filósofo del diálogo o que escribió solamente diálogos. ¿Y qué pasa en los diálogos de Platón generalmente? Hay como un ignorante al que se interroga, al cual se le ponen preguntas muy bien organizadas por el maestro, que es frecuentemente Sócrates, y al final el ignorante descubre la verdad, dice “eureka, he descubierto la verdad”. Pero el maestro, que lo dirigía en el diálogo con las pregunta,s ya conocía la verdad y, sobre todo al final, se llega a una verdad que se imagina objetivamente demostrada, dada, en la cual todo se tranquiliza, todo se resuelve. Pero esta estructura es sospechosa porque, efectivamente, el hecho de que haya un maestro que pregunta, que conduce el diálogo es más o menos como una forma de escuela activa, pero en la cual el maestro sabe dónde se va y se va donde el maestro quiere, desea o impone ir, prácticamente.
La productividad del diálogo, la importancia del diálogo, en este sentido platónico, está siempre ligada a la idea de que hay una verdad objetiva a la cual se llega a través de un intercambio de opiniones con una dirección más o menos explícita de alguien que conoce la solución del problema. Por eso, el concepto de diálogo, en este sentido platónico, implica como siempre una condición de dominación; es decir, hay alguien que me conduce, que es el maestro. Esto no es tan dramático, si uno cree que hay una verdad objetiva. Toda la filosofía platónica y la de Aristóteles -en un sentido diferente, obviamente- está basada sobre el hecho de que hay verdades dadas que se tratan de compartir, de descubrir, a las cuales tenemos que llegar para nuestra salvación final, para nuestros actos morales, para nuestro conocimiento del mundo, etc. No hay dudas sobre esto. Sólo que en la contemporaneidad, en mi sentido de filósofo hermenéutico (hermenéutica es la filosofía que subraya sobre todo la experiencia de la interpretación en el descubrimiento, en la búsqueda de la “verdad”), la filosofía aprendió a devenir aséptica frente a esta idea del diálogo como manera de llegar a una verdad objetiva. ¿Por qué? En italiano tenemos la expresión “que se vaya al diavolo, que se vaya al infierno”, pero yo generalmente en las discusiones la transformo a “váyase al diálogo”, es como “piérdete” porque el diálogo no significa más nada sino una conservación de la situación existente, como una máscara del tipo democrática. Es más o menos como las elecciones tramposas; es decir, hay elecciones, sí. Por ejemplo, en muchísimas democracias, como las conocemos nosotros, gana las elecciones no necesariamente el que ha recolectado más dinero, pero de hecho tal vez pasa esto. Y sin tener muchísimo dinero no se puede hacer ni siquiera la propaganda para las elecciones. Pero podemos tener algunas dudas sobre la importancia democrática de este tipo de elecciones, lo digo solamente para abrir zonas de discusión posibles.
El punto es que en el mundo contemporáneo el diálogo como forma de democracia tramposa ha devenido visible por razones práctico-políticas. Por ejemplo, cuando se cayó el muro de Berlín en 1989, todos hemos imaginado que el mundo iba a estar finalmente en paz, pero la paz que se garantizó después es una paz bastante tramposa ella misma. Es decir, efectivamente, no hay una guerra mundial, hay muchísimas guerras particulares, hay guerras que se han devenido más frecuentes cuando el mundo parecía más unificado bajo una única perspectiva. Esto, por lo menos, es la explicación en términos prácticos-políticos de por qué el diálogo ha devenido en un término de retórica política, en el cual casi nadie cree más porque, efectivamente, vivimos en una unificación del poder mundial donde sí, obviamente, estamos todos absolutamente con las camisetas escritas. Se puede imaginar qué estaría escrito en nuestras camisetas: “somos occidentales, somos defensores de la civilización cristiana de Europa y de los Estados Unidos, hay un terrorismo internacional, etcétera” y esto es el consenso universal, el Washington Consensus, el pensamiento único que se difunde en todo el mundo. En esta condición todo lo que es idea de unificación, de unidad, deviene en sospecha. Hay, obviamente, un gusto no por la perversión, pero sí por la oposición, un gusto diabólico. Es decir que cuando encontramos a alguien que está en contra del sistema y que obviamente no nos toca como personas, como individuos, experimentamos inmediatamente un sentimiento de simpatía, ¿por qué? Porque efectivamente tenemos tantas razones cada uno de nosotros para estar insatisfecho con la estructura compleja, que si hay alguien que lo rechaza, lo refuta, lo contesta, un poco de simpatía inmediata nos suscita.
El diálogo, teóricamente, se me revela como problemático, como una forma de dominio en una condición del mundo en la cual la cultura colectiva siente más y más el peligro de una integración bajo un país único que no deja mucho espacio a las oposiciones. ¿El mundo, ahora después del 89, es más seguro que antes? Esto es un problema; yo no sé, para mí también es un problema. Es decir que, antes de 1989, estaba la guerra fría, estaba el problema de que los rusos descubrieran una bomba más potente que los norteamericanos, etcétera. Pero, finalmente, no se hacía mucho la guerra, excepto Vietnam. Ahora, después del 89, todo lo que no está integrado fuertemente en el sistema parece una amenaza terrorista. La tesis de Bush, que no será más presidente, afortunadamente, en dos o tres meses, era: quien no está con nosotros, está en contra nuestro; es decir que están con nosotros o son amigos de los terroristas, alcaidista, etcétera. Lo que efectivamente crea una situación de inseguridad porque cuando hay un sólo centro, todo lo que está en el interior y no se unifica, no se conforma exactamente al centro, deviene en una amenaza. El terrorismo es un problema para nosotros porque los aviones salen con muchísimo retraso, incluso cuando no hay bombas. No hay casi nunca una bomba en el avión pero tenemos que dejar completamente nuestras cosas, hay radiaciones para ver el interior, etcétera. El terrorismo es una realidad no porque exploten bombas continuamente sino porque se tiene que tomar todas estas medidas de seguridad que van más allá de lo tolerable. Para entrar en Estados Unidos, el primero de octubre de hace dos años, se tenía que poner sólo este dedo, ahora todos y ¿cuándo se empezará con los dedos de los pies o la medida de los ojos, etcétera? Cito todo esto porque un gran filósofo –incluso más grande que yo- que era Theodor Adorno, decía que el racionalismo de Hegel deviene falso cuando deviene una realidad, siempre la filosofía ha soñado un mundo totalmente racionalizado, pero era un sueño. Ahora que este mundo totalmente racionalizado, mecanizado, controlado, etcétera está deviniendo siempre en más realidad, nos damos cuenta del hecho de que es intolerable. Esto es lo que más o menos Heidegger decía y Nietzsche decía sobre el hecho de que la metafísica llega a una conclusión y se disuelve, se deviene imposible creer en la verdad objetiva porque se desarrolla, se manifiesta más y más el carácter violento de los que hablan de la verdad objetiva. ¿Qué hace Bush? Bombardea a Irak para defender el derecho natural verdadero de los irakíes a tener democracia. En este momento parece que uno no tiene más que hacer que ser democrático, demócrata, si esto implica que se bombardee a un pueblo para darle lo que es su derecho absoluto y total. Todo esto es nuestra realidad cotidiana, no necesito esclarecerlo más.
¿Qué pasa cuando el diálogo se revela como un desenmascaramiento ideológico del orden existente? El hecho de que haya una verdad objetiva, que se puede llegar a conocer, que deviene como la base de nuestros diálogos, es ya una afirmación metafísica ligada al poder de las clases dominantes. ¿Quiénes son los que creen en la racionalidad del mundo? Los que están bien en este orden. Si uno nace con bombas, con infinidades múltiples, con dos narices, con cuatro orejas, es difícil que vaya a creer que el mundo es el mundo, el ser verdadero, la verdad es la objetividad. Todo esto no lo cree más. Puede estudiar las razones para cambiarlas, pero no cree que el ser es el verdadero criterio para decidir lo que es bueno y lo que es malo. Estas son tesis de Nietzsche y sobre todo de Walter Benjamin.
¿Cuándo entra en crisis la metafísica? Adorno dice que la metafísica se autodisuelve cuando deviene demasiado real. Hay un sistema de racionalización tendencialmente total que nos impide creer más, que se desmiente a sí misma a través de su intolerabilidad. No nos gusta vivir en el mundo totalmente organizado y, obviamente, controlado, manipulado, etc., en la medida en la cual está organizada. ¿Y qué pasa en este momento? Obviamente, la teoría refleja esta situación de espíritu; es decir, yo no invento que el diálogo es una mentira, sino que lo constato, lo veo en el comportamiento de la gente. Por ejemplo, en un mundo de organización total aumenta la conflictividad. En la sociedad totalmente controlada los conflictos en lugar de reducirse, se multiplican.
Pero ¿por qué en nuestra historia reciente de Occidente, de Europa, esta idea de una verdad objetiva que se tendría que compartir, a la cual se llega con el diálogo interpersonal, parece una mentira? Porque hay pueblos que se levantaron en contra de esto. Es decir, que toda la idea europeo-occidental de la verdad objetiva descubierta con la racionalidad, con el diálogo, con las constituciones, etcétera es algo en contra de lo cual se revolucionaron los que eran considerados como todavía no pertenecientes a este sistema, los “primitivos”. Todo este pensamiento antropológico del siglo XIX y de comienzo del siglo XX era una teoría de los primitivos. Sí, los primitivos se llamaban así porque todavía no habían llegado a nuestra civilización. Incluso nosotros habíamos hecho todo lo posible: colonizarlos, convertirlos, quemarlos a los que no se convertían, etcétera y hasta cierto punto la lógica misma de todo esto condujo… Pero no sé si es una lógica, yo no creo que hubiera una necesidad histórica en la rebelión de los pueblos así llamados “primitivos”. Ahora no se puede llamar más a nadie “primitivo”; es decir, no se puede creer más que haya una historia unitaria de la humanidad de la cual nosotros somos la cabeza, nosotros encabezamos, nosotros los europeos-occidentales. No se puede decir más esto, no porque hayamos descubierto un desfase, sino porque nos matan. Es muy importante para comprender la filosofía. La filosofía no se desarrolla en un mundo de ideas y hemos descubierto que la palabra “primitivo” no se puede utilizar. No, no la utilizamos porque los primitivos tomaron las armas y van a castigarnos, si lo llamamos primitivos. Todo esto es muy simplificado pero parece haber pasado en el siglo XX con la trasformación del colonialismo, del imperialismo europeo, etcétera.
¿Todo esto ha conducido a qué? A mí me parece que ha conducido a la situación actual de una intensificación más explícita de la violencia disciplinaria del Occidente; es decir que un imperio que está, que siente que se disuelve, deviene más cruel, más explícitamente militar. Guerras de este tipo en contra del terrorismo internacional se desarrollaron exactamente en un mundo después del 89, que había creado como una situación nueva donde no había más un problema visible muy profundo como Alemania Este u Oeste, pero ahora lo que pasa es la intensificación de la disciplina. En los Estados Unidos, los derechos civiles mismos para los ciudadanos americanos son mucho más amenazantes con el control, con todo este sistema. Ni que hablar de los extranjeros que, obviamente, las máximas norteamericanas en el mundo se multiplican. Hay como una lógica interna, intrínseca, interior que no es la falta de alguien, no es que Bush es malo, se puede decir que es estúpido, pero malo no sé. Decir que es un gran pecador no me parece, es un ex alcohólico que, desafortunadamente, se desalcoholizó. (Hay una gran expresión que aprendí de un argentino: mejor un borracho conocido, que un alcohólico anónimo.) Pero es verdad que esta condición yo me la pregunto a mí mismo: ¿por qué tengo tantas sospechas frente al diálogo? Porque me parece una máscara de situaciones de trampas, de dominio enmascarado, disfrazado y esto es una condición del mundo que es diferente de 20 o 30 años atrás.
Digo todo esto incluso con cierta polémica frente a Jürgen Habermas que es un gran filósofo alemán, que ustedes probablemente conocen. Habermas piensa, efectivamente con buenas razones, que se trata de sustituir el método del diálogo racional con el método de la lucha violenta en la política interior de los estados, en la política internacional del mundo, etcétera. Todo esto a mí me parece sacrosanto, que no puedo rechazar obviamente. Pero básicamente Habermas tiene como modelo de su filosofía el ideal del hombre de laboratorio científico, de alguien que deja afuera sus pasiones, sus intereses, etcétera y se dedica al descubrimiento de la verdad objetiva. Pero todo esto es supremamente irrealista. Es decir, un mundo en el cual sería posible el diálogo racional, en el cual Habermas piensa, sería ya un mundo idealizado que no existe y para hacerlo existir se necesita algo, se necesita eliminar las causas de lo que Habermas llama la opacidad; es decir, dialogar racionalmente pertenece a gente que no tiene demasiadas desigualdades del tipo económico. Si un señor con un Roll Royce se queda un momentito y habla con un pobrecito y dice “dialogamos”, me lleva a restaurantes, me lleva al cine, trata de seducirme… OK, dialogamos pero atención que es un diálogo muy desigual. El hecho de construir una condición de diálogo, que me parece absolutamente un gran ideal, exige algo diferente que el diálogo, exige una iniciativa de reducción de la dominación. Por ejemplo, el mismo ejemplo que hemos tomamos antes de Bush que bombardea Irak para instituir la democracia es un gran ejemplo. No se puede instituir la democracia con un método democrático. O dejemos de lado lo de Irak, por ejemplo los revolucionarios franceses cuando decidieron tomar la Bastilla o matar al rey, ¿han hecho un referéndum popular? No me resulta. Sobre todo no se podían imaginar ni siquiera un referéndum democrático porque no había una constitución que previera un referéndum. Es decir, que instituir una situación referendaria exige que se establezca un código, la constitución democrática de un país. Todo esto es muy paradojal porque nos crea muchas dudas sobre el hecho de que tengamos una buena conciencia democrática. Sí, tenemos una buena conciencia democrática, si dejamos de lado muchos detalles. Es decir, que el problema del instituir un diálogo racional es establecer condiciones de diálogo posibles porque, efectivamente, cuando me propongo el problema de cómo crear condiciones dialógicas, descubro una manera de estar junto a los otros que no es más la de Platón en la que uno dirigía la conversación para ir terminando en una verdad que ya era conocida.
Yo no tengo en esto otra solución que la que es sugerida por el verso Hölderlin que Heidegger siempre comenta, donde Hölderlin dice: “muchos dioses nombró el hombre desde que somos un diálogo, una conversación”. ¿Qué significa esto? Que el diálogo se instituye, se da, que el diálogo como tal crea muchos dioses, no un dios sólo. Establecer condiciones de diálogo o imaginar un diálogo que no sea simplemente la máscara de dominación, significa abrir la circulación de las interpretaciones más allá de toda preocupación por la verdad. ¿Quién es el que siempre está preocupado por el relativismo? Yo creo que sobre todo las autoridades que se sienten autorizadas a presentar la verdad: la iglesia católica, el Papa, o autoridades políticas de todo tipo, los buenos y los malos, nosotros somos el imperio del bien y del otro lado existe el imperio del mal. Y siempre esta idea de que el relativismo es un peligro para la verdad se traduce, muy mayormente, en el hecho de que el relativismo es un peligro para la autoridad, para una única autoridad que tiene la autoridad para construir las leyes, o lo que ella tiene como moralmente aceptable, etcétera. Todo esto es lo que pasa continuamente en el mundo actual; es decir, todas las iniciativas de transformación de las instituciones encuentran obstáculos en alguien que dice “no, esto no se puede hacer, hay una ley natural”.
Nosotros en Italia conocemos una terrible historia de la presencia de ley natural a través de la autoridad de la Iglesia. No se puede ni siquiera hablar de eutanasia: para defender tu derecho a la vida te obligamos a vivir aunque hayas devenido en vegetal. Todo esto pasa todos los días. Las leyes que conciernen a la reproducción artificial, etcétera, son todas sometidas por algunas autoridades. Por ejemplo, ¿la presencia de la Iglesia en la política italiana es anti-democrática? En principio, no. Pero se ayuda con el hecho de que la Iglesia es muy persuasiva en la sociedad italiana. Casi todos los diputados de la derecha italiana que defienden los valores de la familia tienen por lo menos dos o cuatro familias; es decir que son divorciados. Absolutamente creen tan totalmente en la familia que tienen muchas familias. Sí, esto es verdad pero lo digo porque todos estos problemas de obstáculos no discutibles para la libertad de la legislación democrática de un estado son obstáculos del tipo autoritario de la verdad.
Existe este lema en la tradición filosófica donde se dice: “Amicus Plato sed magis amica veritas”. Se dice que era un dicho de Aristóteles: “soy amigo de Platón, pero más amigo de la verdad”. Si Platón enseña algo contrario a la verdad, intento callarme y si sigue, puedo ponerlo fuera de la ciudad y, bueno, al final puedo matarlo. La idea de que haya una verdad va hasta el punto que no importa matar a una persona porque el valor eterno de la verdad es otra cosa que ésta. Siempre se trata de sustituir “Amica veritas, sed magis amicus Plato”: soy amigo de la verdad pero más amigo de Platón, de mis amigos, de mi clase, de mis semejantes. Digo que sustituir este diálogo del tipo autoritario, que es la tradición del diálogo platónico, del diálogo racionalista, sustituir a esta forma de diálogo dominador, de dominio, de un diálogo no implicante en la sumisión de alguien a otros, implica una lucha para instituir condiciones de igualdad que impide, disuelve la historia misma, la pretensión misma de una verdad única. Es por esto que intento interpretar los versos de Hölderlin como: después de que somos un diálogo, el hombre ha nombrado muchos dioses, no un sólo dios. Es decir que lo que se necesita para un intercambio humano entre sujetos con los mismos derechos es una multiplicación indefinida de las posiciones. La cuestión es: ¿se puede imaginar una sociedad de este tipo? Sí, se puede: sería una sociedad mucho menos autoritaria, mucho menos sometida a una sola verdad, a una sola tradición, sería una sociedad más democrática en el sentido de que los ciudadanos tienen que ser consultados sobre lo que prefieren como ley colectiva. Hay muchísimos problemas en esto obviamente, pero filosóficamente se trata, básicamente, de liberar a la sociedad de la dominación de la “verdad” porque, como dice el Evangelio, “la verdad es solamente lo que nos hace libres”. Pero conocer cómo funcionan las maquinarias del mundo, ¿nos hacen libres o no? Sí, solamente si podemos manipularlos a nuestro fines. Pero si hay alguien que dice que los fines no son discutibles -es decir que se trata de utilizar el conocimiento de las verdades positivas solamente en vistas de un fin que no se puede discutir- no tiene más sentido que la verdad nos libere, nos haga libre. Todo este juego es importantísimo. Filosóficamente me parece que es importante, literariamente también. Por ejemplo FILBA no es una manera, un lugar donde se encuentran diferentes perspectivas literarias para construir una unidad final de la “verdadera Literatura”. Absolutamente, no. Es un lugar donde se encuentran y se multiplican las voces. Yo tendría que, pienso, decir un poco más que esto. Esto parecería un discurso de puro relativismo: todos tienen derecho de decir no importa qué o tienen derecho a escribir no importa qué tipo de novelas. Pero en esta idea de liberar el diálogo nombrando dioses hay también una normatividad, una norma que es: tenemos que liberar las voces de todos y no implicando que haya una voz más significante que las otras.
Yo empecé citando a Walter Benjamín en su tesis La filosofía de la historia, que es su último escrito, prácticamente de 1940. Antes de que él se matara, se estaba escapando de los nazis y pasando de Francia a España y había escrito esta tesis sobre la filosofía de la historia donde dice que el propósito del revolucionario -con la cual él se identificaba en ese momento- puede ser no solamente construir un hombre ideal futuro, sino revindicar, tomar venganza para los que han sufrido en el pasado, para los callados, para los que no han tenido representación, para quienes no han dejado trazos en la historia, etcétera. La idea de abrir el diálogo sin dominadores implica necesariamente -o casi necesariamente- la elección de una escucha privilegiada para los que no habían sido escuchados antes. Multiplicar las voces no significa simplemente “oh, qué belleza”. Sobre todo tenemos que escuchar todas las voces que no se escucharon hasta ahora. Esta idea del relativismo que parece tan vacía y tan postmoderna (en el peor sentido de la palabra) es una idea profundamente revolucionaria. La multiplicación de las voces implica dar la palabra a los que no la han tenido, construir condiciones de diálogo más allá del hecho de que se tenga que dialogar. La construcción de un mundo de diálogo no se puede hacer simplemente exaltando el diálogo, sino tomando partido, aceptando el conflicto, no simplemente imaginando vivir en un mundo del tipo ideal, astrológico, marciano, interplanetario.
Todo esto yo sé que aquí se liga a la temática de la FILBA, pero para mí es un gran avance en mi filosofía hermenéutica, porque si ustedes se acuerdan de lo que es la hermenéutica en las últimas décadas siempre ha sido como la filosofía del diálogo. Incluso Gadamer era obviamente el gran filósofo del diálogo: la verdad se busca dialógicamente. Él mismo ya criticaba en Verdad y método, su obra de 1960, todos los diálogos en los cuales no hay una perfecta igualdad entre los dialogantes. Tenía incluso grandes reservas respecto de los diálogos psicoanalíticos porque él pensaba -como pensaron muchos del psicoanálisis- que era como una manera en la cual el psicoterapeuta te solicitaba conduciéndote hacia la verdad que él ya conocía. Esto no es más el caso del psicoanálisis contemporáneo donde hay mucho más interés en la creación de la verdad a través de un intercambio, no es solamente la verdad del analizando. Esto lo digo para decir que incluso Gadamer, que era un platónico, a quien le gustaba muchísimos los diálogos de Platón, tenía muchas sospechas ante los diálogos donde no hay total igualdad. Todo se trata de establecer condiciones de igualdad a través de una elección auténticamente dialógica de darle voz a todos los que no la han tenido hasta ahora. No es simplemente la afirmación de relativismo, sino en muchos sentidos puede devenir en un principio revolucionario con todas las exigencias de las cuales estamos cargados. Yo creo que sí.
Gracias.